domingo, 18 de diciembre de 2011

Seminario Militante: Anarquismo en Colombia / Decimosexta sesión viernes 9 de diciembre / Sexto Bloque: Miradas libertarias sobre problemas colombianos / El conflicto social, político y armado / por: Rafael


Una mirada libertaria al conflicto social, político y armado que ha vivido el pueblo colombiano, exige buscar la socio-génesis del problema y las reflexiones de diversos autores, unos familiarizados con el ideal anarquista y otros ajenos al mismo. De esta manera se analizará las causas, efectos y problemas de una guerra sanguinaria perpetrada y sostenida por la burguesía colombiana contra las masas hambrientas por más de 60 años. No obstante se revaluará el anterior concepto y se propondrá la tesis de que el conflicto socio-político no empezó el 9 de Abril de 1948, cuando Jorge Eliecer Gaitán es asesinado por las manos oscuras del gobierno, sino desde la misma creación de la Republica y su modelo republicano liberal de convivencia ciudadana, siguiendo las reflexiones de Alfredo Gómez Muller[1]. De igual manera se observará que el conflicto armado y sus resistencias han estado latentes, antes y después de la mal llamada independencia de 1810.

Es necesario resaltar que el conflicto social, político y armado niega toda posibilidad de libertad del individuo y perpetúa el poder del Estado, las clases dominantes y las leyes. Asimismo, el conflicto social, político y armado aumenta la desigualdad social, favoreciendo el dominio de las clases dominantes (multinacionales nacionales e internacionales, terratenientes, bancos, familias industriales y financieras) sobre las clases oprimidas (campesinos, indígenas, obreros asalariados, obreros tercerizados, desempleados); promueve el terrorismo de estado contra todo aquel que piense diferente a la ideología burguesa de explotación; incrementa el índice de desplazamiento rural hacia las grandes urbes; fomenta el paramilitarismo para contrarrestar las justas luchas del pueblo (luchas sindicales, estudiantiles, indígenas, campesinas); intensifica el problema del narcotráfico; multiplica el presupuesto militar mientras reduce el presupuesto educativo; beneficia al capitalismo nacional y extranjero mientras perjudica al campesinado colombiano; perpetúa en el poder a la oligarquía colombiana, representada en los dos partidos tradicionales; favorece la explotación de millones de personas con salarios de hambre; agudiza la violación de derechos humanos del estado, el ejército, las multinacionales y los paramilitares contra la población rural y urbana; y provoca el saqueo de los recursos naturales y la destrucción del medio ambiente por parte del estado y las multinacionales.   
   
Conflicto socio-político. Socio-génesis de un país en “crisis”.

El modelo de república liberal colombiano, fue fundado sobre las bases de libertad, igualdad y fraternidad. No obstante, lo anterior nunca fue realizado por las elites criollas, que se acogieron a la matriz ideológica racista de “superioridad del hombre “blanco” sobre el indígena, el negro y, en general, el hombre de cultura no europea”[2]. Asimismo, “nunca ha existido efectivamente en Colombia ciudadanía universal, esto es, convivencia entre ciudadanos en tanto que sujetos de derechos y deberes, libres, iguales y responsables”[3] ya que Colombia no ha superado la dia-vivencia[4] en la cual fue construida, para llegar a la anhelada con-vivencia[5], que ayudaría a construir una sociedad justa, igualitaria y con derechos.

Conflicto armado. Antes y después de 1810.

Poco antes de la “independencia”, Colombia había vivido un gran proceso de lucha popular y armada contra la corona española. El movimiento insurreccional de los comuneros de 1781, fue un movimiento social de protesta contra las autoridades coloniales,  para obtener “la supresión de los impuestos y un mejoramiento social y económico”[6]. Este movimiento granadino de lucha popular reunió más de 20.000 hombres, “la mitad de ellos indígenas, armados de machetes, macanas, picas y demás herramientas del campo”[7].

En el siglo XIX, después de la “independencia”, hubo 52 guerras civiles, “que de manera inequívoca están mostrando la precariedad en la formación del Estado-nación”[8]. Muchas de estas guerras civiles, enfrentaron a conservadores y liberales, en su lucha fanática y apasionada por el poder. Tal parece ser que la corona y el clero español, sembraron en la oligarquía colombiana la sed de poder, que ha desangrado el país durante los últimos dos siglos. Durante las primeras décadas del siglo XX aparecieron las primeras organizaciones campesinas en dos centros de agitación rural: en las plantaciones bananeras de Santa Marta y en las plantaciones de café del Valle Bajo del río Bogotá, en donde se formaron sindicatos con tendencias anarcosindicalistas. Las anteriores organizaciones estallaron en las huelgas de 1918 y 1925, estremeciendo al gobierno y a la elite colombiana.

Mostrando su dependencia de los Estados Unidos “los gobiernos conservadores reprimieron de manera brutal las protestas de los trabajadores de los enclaves imperialistas”[9]. Son celebres las masacres de que fueron víctimas los obreros petroleros de la Tropical Oil Company[10] y los trabajadores bananeros de la United Fruit Company en 1928. Esta última, costó la vida de más de 3.000 obreros. En los años comprendidos entre 1914 y 1918, se presentaron las agitaciones de los grupos indígenas del Cauca, en cabeza de Manuel Quintín Lame, contra “la expropiación permanente de las tierras de parcialidad por parte de los colonos, hacendados y empresarios rurales expansionistas y contra la condición humillante de semiesclavitud  en que vivían los indios terrasqueros”[11]

El asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán y el inicio de la lucha armada campesina.

El inicio de la “interminable impunidad estatal-junto desde luego a la impunidad de las clases dominantes-“[12] al decir del profesor Renán Vega, inicio el 9 de Abril de 1948, con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán por parte de la oligarquía colombiana en alianza con el imperialismo norteamericano. Este hecho provocó la “salvaje carnicería de los conservadores contra el pueblo liberal y contra el campesinado, que terminó con unos 300.000 masacrados, fue un período[13] de enorme crecimiento económico y prosperidad para la oligarquía colombiana”[14]. Al mismo tiempo se fueron formando y organizando las guerrillas campesinas de los llanos y grupos de resistencia en el Tolima, Caldas, Valle, Boyacá, Cundinamarca y los Santanderes.                                                          Las clases dominantes con ayuda de los Estados Unidos[15], implementaron y promocionaron grupos paramilitares, para contrarrestar la insurrección popular. Así, surgieron los paramilitares llamados “pájaros”, que actuaban junto a la policía estatal, bautizada como “chulavita”. 

Este periodo fue llamado por el sociólogo Orlando Fals Borda, siguiendo las etapas del conflicto[16], como conflicto pleno o de aniquilación. “Así se conformaron en gran escala actitudes y actos individuales y grupales de agresión, oposición y destrucción como el odio, la venganza, los celos, la intimidación, el robo, el incendio y el homicidio, muchos justificados o excusados por el Estado, los partidos o grupos dirigentes, por lo que algunos observadores llamaron a tal proceso “la crisis moral del país”.[17]

Además del acontecimiento anterior, numerosos estudios apuntan a que “la cuestión agraria, y en particular, el problema de la tierra, junto a la exclusión política, el manejo represivo de los problemas sociales, y la concentración de la riqueza en pocas manos”[18] fueron los factores principales que originaron el actual conflicto.

Aumento y prolongación de la guerra sucia y el conflicto armado. El narcotráfico y sus efectos para el pueblo colombiano.

Durante las décadas del 60, 70 y 80, se consolidó el movimiento guerrillero. No obstante aparece otro protagonista en el conflicto: el narcotráfico, y como más tarde lo denominaría el profesor Darío Betancourt el narco-paramilitarismo. La fuente y columna vertebral del narcotráfico es la mafia, definida por el profesor Betancourt como “aquel crimen organizado que obtiene ganancias y beneficios y pretende alcanzar la inmunidad jurídica mediante la aplicación sistemática del terror, la corrupción y el soborno”[19] Para “combatir” el narcotráfico, el estado permitió la intervención de la DEA en el conflicto; desde su entrada a Colombia en la década del ochenta, la DEA se alió con las fuerzas armadas, el paramilitarismo, los traficantes en algunos casos, el sicariato y la oligarquía colombiana para mantener y prolongar el problema de las drogas, aniquilando a todo aquel que se interponía en su interminable búsqueda de acumulación de capital.

Pero la intromisión de la DEA en el conflicto, no hizo ningún daño a los capos, sino que los fortaleció. Así, mientras el pueblo se estaba agonizando de hambre y vivía en la absoluta miseria, los narcotraficantes y grandes capos, especialmente Rodríguez Gacha “El mexicano” en los 80´s y Pablo Escobar “El patrón” en los 90´s, eran los hombres más ricos del país, y en el caso de “El patrón” el hombre más rico del mundo.  De esta manera,  el narcotráfico en alianza con el paramilitarismo y el sicariato, desangró el país y contribuyó a empeorar y afianzar la lucha de clases. No obstante aclarando que el narcotráfico, como dice el sociólogo colombiano Alfredo Molano, “no es el origen de nuestros males sino una de sus expresiones más dramáticas.”[20] Asimismo el narcotráfico “esconde una realidad, una intencionalidad política, económica y cultural imperialista y pro-norteamericana”[21], entendiendo que las drogas como las materias primas, se producen en Colombia pero se consumen en el exterior, especialmente, en el corazón del imperio. El surgimiento del narcotráfico estuvo íntimamente ligado con “la crisis económica y social de las élites regionales, hecho que además de facilitar su ascenso contribuyó, al agudizarse las contradicciones sociales locales (violencia, desempleo, etc.), al reclutamiento de guarda-espaldas, testaferros y sicarios”[22], mostrando la debilidad del estado y la sed de dinero de las clases dominantes.

Otro punto fundamental en el desarrollo del narcotráfico, fue el contrabando de los 70´s, hijo de la corrupción; el contrabando exportaba ilegalmente las drogas, con ayuda de la fuerza pública, políticos y capitalistas, mediante la extorsión, la “tajada” y la “propina”. Por el contrario, la miseria aumentó la incorporación del lumpen-proletariado al sicariato. Ellos asesinaban y cobraban dinero a políticos, periodistas, sindicalistas, estudiantes y campesinos. Medellín, fue el centro del sicariato en Colombia. En esta ciudad los jóvenes con problemas de dinero, especialmente, punks y metaleros, entraron a formar parte de grupos de sicariato. Todo lo anterior benefició y enriqueció a las clases dominantes, que siguieron el patrón de acumulación capitalista, que se vino imponiendo desde las primeras décadas del siglo XX. 

Asesinatos, genocidios, masacres y holocaustos. Crecimiento voraz del conflicto social, armado y político en la década del 80.

El asesinato de líderes estudiantiles y sindicales, políticos, profesores, intelectuales, campesinos, indígenas y celebridades colombianas; las masacres de campesinos e indígenas; los secuestros; las tomas armadas de pueblos y veredas; las extorsiones a campesinos, comerciantes y terratenientes; el genocidio brutal contra los miembros del partido político de La Unión Patriótica; el holocausto del palacio de justicia, producido por la oligarquía colombiana y el posterior desaparecimiento de sus trabajadores; los carros bombas; y la consolidación del paramilitarismo.

Destrucción, caos y odio, fueron sembrados en Colombia durante los 80´s, una de las décadas más violentas que le ha tocado sufrir al pueblo colombiano y que ha prolongado el conflicto social, político y armado. “Como parte de esa lógica del terror, en Colombia se planificó y ejecutó el genocidio político de una organización de izquierda, la Unión Patriótica, que fue aniquilada en las décadas de 1980 y 1990, con el asesinato de 5000 de sus militantes, incluyendo senadores, concejales y alcaldes.”[23] No obstante, la izquierda no fue aniquilada y hoy en día, sigue habiendo una clara oposición al gobierno, en cabeza del Polo Democrático Alternativo.

La drogas. Un pretexto para la intromisión y afianzamiento del imperialismo estadounidense.
Plan Colombia (Ecocidio, impunidad y poder a las multinacionales)

El plan Colombia ha sido el pretexto de los Estados Unidos, para controlar la región y para seguir su lucha anticomunista en Colombia. De esta manera, el plan fue concebido con un doble propósito estratégico: “como un proyecto contrainsurgente encaminado a fortalecer el aparato bélico del Estado colombiano, el cual había recibido duros golpes militares de la guerrilla; y controlar la región amazónica, una zona geopolítica esencial para los Estados Unidos”[24] El plan Colombia ha costado hasta el 2008, 66.126 millones de dólares; ha incrementado los efectivos de las fuerzas armadas colombianas a 210.000 miembros; ha servido como “excusa” para el apoyo colombiano a Estados Unidos, en su invasión y saqueo de otros países, como el apoyo militar a Irak en 2003; ha sido diseñado para “consolidar un modelo de acumulación hegemónica del capital financiero y de las transnacionales”[25]; ha agudizado la violación de Derechos Humanos por parte de las multinacionales, que han asesinado numerosos líderes sindicales; y ha ocasionado un ecocidio de enormes magnitudes, debido a las fumigaciones contra los cultivos “ilícitos”, éstas fumigaciones, además de causar daño al medio ambiente, provocan enfermedades en el campesino e indígena y destruyen miles de hectáreas de cultivos. Todo lo anterior fomenta el poder de las multinacionales estadounidenses, las clases dominantes, la fuerza pública y el Estado.

Paramilitarismo-Capitalismo. Una alianza macabra.

Desde los inicios de la invasión y posterior saqueo de las grandes riquezas colombianas, por parte de las multinacionales extranjeras, se ha realizado una alianza entre las multinacionales, el ejército y los paramilitares. Si bien el paramilitarismo no tenía poder en las primeras décadas del siglo XX, el ejército y las multinacionales ya realizaban masacres contra la población y el proletariado. Son celebres las masacres contra los trabajadores de las bananeras y de la Standard Oil. Estos obreros realizaron huelgas y exigieron mejores condiciones de trabajo.

Hoy en día ocurre lo mismo, pero los protagonistas de las masacres han cambiado, pues ya no son los soldados del ejército, sino los paramilitares. En Colombia: “el costo de esta estrategia de control paramilitar en beneficio de las multinacionales bananeras es horrendo: entre 1997 y el 2003 se cometieron 62 masacres, se asesinó a 3.000 personas y se desplazó a 60.000 más”[26]. Ya no existe la United Fruit Company, pero existe la Chiquita Brands, multinacional bananera, que fue condenada en 2007 a pagar una multa de 1.7 millones de dólares por financiar las AUC. No obstante la Chiquita brands no es la única empresa multinacional que tiene nexos con paramilitares; existen denuncias contra Coca Cola, Drummond, DoleFood, Del monte, Oxy, Petrobras, Nestle, British Petroleum y Hyundai. Mediante masacres y amenazas a sindicatos y campesinos, el paramilitarismo le despeja el terreno a las multinacionales. “En los últimos 20 años han sido asesinados 3000 dirigentes sindicales, constituyéndose en el país del orbe más peligroso para ejercer cualquier actividad gremial, hasta el punto que de cada 10 sindicalistas asesinados en el mundo, 9 lo son en Colombia”[27]La evolución del paramilitarismo ha pasado por diferentes etapas[28], desde los sicarios conservadores de los 50´s hasta las Bacrim de hoy.

La tierra y el conflicto. Despojo, desplazamiento y asesinato del pueblo campesino.

“El modelo colombiano de enriquecimiento mediante el despojo violento, que se encuentra en la base misma del conflicto social y armado colombiano, consiste en el desplazamiento de los pequeños campesinos y las comunidades por parte de los latifundistas a la vez que se despejan territorios para abrir paso a las “locomotoras” del desarrollo, que como dice gráficamente el término, arrollan todo lo que queda en el camino de los intereses del gran capital”[29] De esta manera, los latifundistas se unen a los paramilitares para despejar la tierra, cometiendo grandes masacres. Actualmente los terratenientes (ganaderos, propietarios ausentistas, exportadores de grupos primarios, narcotraficantes y paramilitares) representan el 0.4 % de los propietarios (dueños del 61% de las tierras más productivas y las mejor situadas), y los pequeños propietarios (campesinos, minifundistas, colonos, indígenas, comunidades afrodescendientes) representan el 54 % de los propietarios (dueños de del 1.7 % de la tierra), como resultado de lo cual existen 8 millones de pobres rurales. El despojo de la tierra aumenta la desigualdad social, contribuyendo a la prolongación de la miseria y la pobreza del campesino, indígena y obrero.

Terrorismo de Estado.   

El terrorismo de Estado ha sido una constante a lo largo del siglo XX e inicios del siglo XXI. Fueron tristemente célebres el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948; el genocidio a la Unión Patriótica en los ochenta; el asesinato del estudiante Gonzalo Bravo Páez en 1929 en manos del estado y los militares; la represión y los asesinatos de los estudiantes de la Universidad Nacional en 1954; y recientemente los asesinatos de los líderes de las FARC, presentados como trofeos de guerra por la oligarquía colombiana.
En los últimos años se han hecho populares las ejecuciones extrajudiciales, llamados “falsos positivos”, realizados por el ejército colombiano en alianza con la policía nacional contra jóvenes de las clases oprimidas, que viven en la absoluta pobreza; en su mayoría los jóvenes víctimas de los “falsos positivos” viven en las periferias de las ciudades colombianas.                                                                                                                       Asimismo son más de 7.500 los presos políticos que permanecen privados de su libertad en las prisiones colombianas. Son “constantes las torturas, los malos tratos, las privaciones de toda clase, la interferencia a visitas y el traslado arbitrario de presos políticos” [30]

“El asesinato de dirigentes campesinos, de defensores de derechos humanos, de periodistas, de profesores, de estudiantes, de luchadores sociales ha sido y es la pauta típica del terrorismo de Estado hasta el día de hoy, sin que sus responsables, asociados en gran medida al capital privado, a las fuerzas armadas y a los terratenientes, sean condenados y antes por el contrario hoy sean vistos como prósperos empresarios o salvadores del país, que se pavonean orondos de sus crímenes, tanto en Colombia como en el exterior.”[31]

Mass media y conflicto. La manipulación de las masas.

Los medios de desinformación masiva, al servicio de las elites criollas, manipulan y embrutecen al pueblo para favorecer al gran capital. La oligarquía colombiana en alianza con el capital imperialista, especialmente el capital español, tienen el poder y el dominio de los medios de comunicación colombianos “y por eso en Colombia, dos canales de televisión privados, dos cadenas de radio y un periódico de circulación nacional dictaminan qué se dice se piensa en nuestra sociedad”[32]    
    

Claustros Universitarios. Otra víctima del conflicto.

Los claustros universitarios también han sentido y vivido  el conflicto armado perpetrado por las clases dominantes y el narco paramilitarismo, especialmente esos claustros donde se piensa críticamente. La Universidad Pedagógica Nacional, fue testigo de la desaparición y asesinato del profesor Darío Betancourt Echeverry en  1999. En este mismo año fue asesinado el economista Jesús Antonio Bejarano de la Universidad Nacional y el profesor Hernando Henao de la Universidad de Antioquía.

Reflexión final

En un país donde la miseria, la explotación al obrero, la represión al pueblo y la perpetuación de una burguesía sanguinaria, son el pan de cada día, el único anhelo que queda en el espíritu libertario es el de un país diferente. La burguesía mafiosa que gobierna el país junto a las multinacionales del imperialismo no dejaran que alguien que piense diferente llegue al poder. Se necesita un mundo donde no haiga conflicto armado, leyes, policía, ejércitos, políticos, corrupción, clases sociales, estado. Donde la libertad del individuo sea una realidad y no una utopía.
El paso para terminar defintivamente el conflicto armado colombiano, es la abolición del estado mismo y el logro completo de la libertad del individuo. Las guerrillas colombianas no negociaran con las clases dominantes que han logrado seguir un conflicto armado por más de 60 años y en el caso de llegar un gobierno de izquierda al poder, algo casi imposible, se perpetuara la violencia y la represión contra todo aquel que no acepte sus dogmas, como ha pasado en la revolución rusa o en la revolución española, donde los mismos comunistas asesinaron y torturaron anarquistas, campesinos y obreros.


[1] Sierra Mejía, Rubén - Gómez-Muller, Alfredo. La filosofía y la crisis colombiana. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia. Sociedad Colombiana de Filosofía. 2002
[2] Ibíd. pág. 196. 
[3] Ibíd. pág. 187.
[4] Vivir separados/Vivir uno al lado del otro
[5] Vivir con el otro/Vivir junto a otro
[6] Ocampo López, Javier. Historia básica de Colombia. Plaza & Janes editores. 1994. Pág. 185. 
[7] Ibíd. pág. 187.
[8] Molano Bravo, Alfredo. El plan Colombia y el conflicto armado. Texto leído ante el parlamento europeo. Bruselas, Septiembre 12 de 2000.
[9] Vega Cantor, Renán. El trasfondo histórico del Tratado de Libre Comercio. Un breve repaso de las turbias relaciones entre la oligarquía colombiana y los Estados Unidos. www.rebelion.org. 2011. 
[10] Compañía perteneciente al trust de la Standard Oil Company del poderoso capitalista Rockefeller.
[11] Ocampo López, Javier. Op.cit. pág. 284.
[12] Vega Cantor, Renán. El pensamiento crítico en un mundo incierto. Texto leído en la ciudad de Caracas, el 7 de Agosto de 2008 en ocasión de la recepción del Premio Libertador al pensamiento crítico. www.herramienta.com.ar.
[13] (1946-1953) Periodo llamado de la “Violencia”.
[14] Gutiérrez D, José Antonio. Multinacionales, capitalismo y guerra sucia en Colombia. www.anarkismo.net. 2011.  
[15] Es necesario recordar, el llamado Plan lasso (Latin American Security Operation) contra los grupos de campesinos en la región de Marquetalia. De igual manera, no hay que olvidar,  la difusión por vía estadounidense de la ideología anticomunista; penetrada en la mentalidad del ejército colombiano desde la década de 1950, cuando militares colombianos fueron a Estados Unidos a adoctrinarse, en plena guerra con Corea.  
[16] Orlando Fals Borda divide el conflicto armado colombiano en dos etapas:                                                                                                                                                           Conflicto dirigido o “telético”: “Cuando el conflicto emplea la técnica de la violencia con miras a llegar a una meta racional, o cuando apela a un bien común superior, real o ficticio, para los grupos encontrados. Periodo comprendido entre 1930 y 1932 y entre 1948 y 1950.
Conflicto pleno o de aniquilación: Cuando el conflicto produce “una clase de conducta desviada y criminal”, basada en “disyuntivas teleológicas de grupo “que dan “la sensación de caos, crueldad, sevicia y de una completa descomposición social”. Periodo comprendido entre 1950 y 1953 y entre 1956 y 1958.
[17] Fals Borda, Orlando. Una sociología sentipensante para América Latina. Clacso. Siglo del Hombre editores. 2009. Página 149.
[18] Matta, Luis Alberto. Poder estatal, movimiento popular, y conflicto social-armado en Colombia. Un análisis desde la perspectiva de los derechos humanos. Exposición realizada en el foro universitario de la OISE-UT (Ontario Institute for Studies in Education of the University of Toronto). www.rebelion.org. 2003.
[19] Betancourt Echeverry, Darío. Los cinco focos de la mafia colombiana (1968-1988) Elementos para una historia. Revista Folios No. 2. Universidad Pedagógica Nacional. Junio de 1991. Páginas 13-30.   
[20] Molano Bravo, Alfredo. Op.cit.
[21] Betancourt Echeverry, Darío. Op.cit. 
[22] Ídem.
[23] Vega Cantor, Renán. Colombia: El pensamiento crítico en un mundo incierto. Op.cit.
[24] Ídem.
[25] Matta, Luis Alberto. O.p.cit.
[26] Gutiérrez D., José Antonio. Multinacionales, capitalismo y guerra sucia en Colombia. Op.cit.
[27] Vega Cantor, Renán. Op.cit.
[28] Etapas del paramilitarismo en Colombia:
    Años 50´s: pájaros; años 80´s: sicarios; años 90´s: autodefensas: años 2000: Bacrim.   
[29] Gutiérrez D., José Antonio. Se desvanece la ilusión santista: guerra sucia y militar. Op.cit.
[30] Ídem.
[31] Vega Cantor, Renán. Colombia: El pensamiento crítico en un mundo incierto. Op.cit.
[32] Ídem.

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