jueves, 23 de septiembre de 2010

Segunda sesión del seminario. Segunda parte del libro Bakunin. Crítica y acción compilado por Frank Mintz. / Por José


Introducción
En el presente documento se pretende continuar con la reflexión (emprendida la sesión pasada) sobre la colección de textos que nos presenta Frank Mintz en este texto que compila sobre Bakunin.  En está ocasión, se abordaran los conceptos claves contenidos en el texto de las “Charlas” escrito por el revolucionario ruso Gregori Maximov, en las que presenta el pensamiento del padre del anarquismo y desarrolla con cierta extensión y detalle sus ideas generales sobre la Revolución de carácter libertario.

a) Revolución es guerra
La charla de Bakunin y Maximov inicia con la afirmación tremendista de que la revolución no es un juego, ni un debate académico para matar vanidades, ni un torneo literario; no es, en resumidas cuentas, un asunto de charlatanes  y egos personales o de capilla sino un proyecto profundo en la que se juegan su pellejo las personas involucradas. Para Bakunin, quien habla de revolución habla de guerra y una guerra siempre es dolorosa, mas cuando lo que se pretende en el caso de la guerra revolucionaria es erradicar un orden social que ha echado hondas raíces en las conciencias y las relaciones de las personas. Sin embargo, por muchos dolores que cause, la guerra excita las pasiones humanas y despierta el ánimo creativo  de las masas, por lo que el autor, considera a la guerra, entendida como conflicto violento, necesaria para el progreso humano. Lo anterior, de todas maneras no es una ley eterna para Bakunin ni expresa un estado deseable de cosas; su visión no busca hacerle apología a la guerra, pero si enunciar la importancia que ella tiene en condiciones históricas concretas para la concreción del cambio social. Por lo tanto quien dice revolución dice guerra, pero no necesariamente (ni probablemente) quien dice guerra dice revolución. Se trata para el pensador ruso no de renunciar a la ética en las apuestas por el cambio social radical, pero si de entender esta dentro de un proceso histórico complejo de largo aliento, que las mas de las veces desborda por todos lados la voluntad particular y personal de los y las revolucionarias.

b) Revolución es derrumbe del Estado
Tras esto, Bakunin sostendrá un punto clave de toda su teoría revolucionaria, el cual no siempre ha sido lo suficientemente destacado por la historiografía anarquista; se trata de su concepto de revolución como derrumbamiento del Estado. En su concepto, el proceso de constitución de una sociedad diferente a la autoritaria, solo puede producirse como consecuencia de un anterior derrumbe de las instituciones sociales del antiguo orden. El derrumbamiento de todas las instituciones sostenidas por el ejercicio del principio de autoridad, protegidas y promovidas por el Estado y dominadas por el poder económico de la burguesía, es el principio necesario gracias al cual se puede desenvolver todo el proceso de edificación ulterior de una nueva sociedad. La tradición libertaria posterior a Bakunin escenificará en dos dimensiones diferentes pero interconectadas, este momento: La primera es la adquisición de una consciencia cotidiana e inmediata sobre la injusticia y la necesidad de la rebelión y la segunda, el desarrollo de un proyecto revolucionario de carácter acumulativo, mediato y proyectado por un futuro aun incierto. La primera se expresa en la adquisición de consciencia sobre el dominio que las instituciones ejercen sobre la vida social y la creación de un deseo, una consciencia de la necesidad de la rebelión frente a estas. Lo anterior se manifiesta concretamente  tanto en las acciones de denuncia e impugnación que desarrollan constantemente los y las trabajadoras, como en los actos de rebelión contrarios a este dominio. El último aspecto se expresa en la confrontación abierta entre clases pero sobre todo, en el desarrollo de valores y prácticas que  nieguen en la vida social el dominio ilimitado del autoritarismo.

La segunda en cambio, se expresa fundamentalmente en la organización, en el ejercicio de acumular fuerzas sociales para librar con mayores capacidades la lucha de clases y finalmente desatar las fuerzas revolucionarias. Si bien el rol de lo personal en esta dimensión es importante en tanto busca construir un proyecto de vida para los involucrados, su desarrollo es fundamentalmente organizacional, en plazos largos y lentos, con arraigo en el presente pero fundamentalmente con proyección hacia el futuro.           

c) La Revolución social emancipa; la revolución política engaña
La Revolución política, es decir fundamentalmente estatal y solo secundariamente social, es para Bakunin contraproducente para los intereses populares.  De esta forma, el autor alerta contra el discurso de ciertos sectores del movimiento socialista, especialmente el Alemán (influido tanto por Lasalle como por círculos marxistas socialdemócratas)  que arguyendo que es necesario un paso anterior a la revolución social, que no sería otro que el de la conquista del aparato Estatal para la introducción de reformas políticas, mantendrán  las relaciones sociales capitalistas y terminarán por desarrollar una revolución y un socialismo bajo formas burguesas, que reproduzca la explotación, en formas quizás más sabias pero también más hipócritas. Las Revoluciones Políticas son para Bakunin por antonomasia, hacedoras de Estados y establecedoras de dominio; su tiempo no es otro que el de las Revoluciones Burguesas de finales del siglo XVIII.  Mientras que la Revolución política expropia la capacidad transformadora de las masas trabajadoras, la revolución social se las devuelve, la potencia y la de un legítimo canal de expresión.

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